Miguel Ángel Velasco presenta
entre el
11 de junio y 5 de julio en la sala de exposiciones
del Arco de Santa María sus
trabajos de los últimos tres años, tiempo transcurrido
desde su última exposición en Burgos. En
este tiempo ha realizado otras exposiciones en
Oviedo y Logroño con un notable éxito.
La pintura de Miguel Ángel siempre se ha caracterizado
por el amor a esta tierra (la suya); esto le
ha llevado a realizar una pintura cercana al impresionismo
y, últimamente, al expresionismo. Sus
obras casi siempre están inspiradas en el paisaje
y el alma de esta Castilla y, en muchos casos, de
nuestro Burgos.
La pintura y el arte en general el autor lo concibe
como la expresión de un sentimiento; como la visión
sensible de emociones internas y del mundo
que nos rodea, real o imaginario, cuyo fin es lo
sublime y lo bello.
Esta pintura no requiere ningún tipo de explicación
ni justificación; es pintura para ver y sentir,
pintura que se recrea en sus innumerables escritos,
“Pintando Castilla”, creados por el autor,
donde con pluma o pincel, o viceversa, quiere
mostrar este insólito y bello paisaje: “…al
lado del camino, las piedras soñaban con viejas
historias, entre cardos con aire de grandeza, ilusiones
eternas teñidas de azul, como el cielo de
Castilla…”. O bien se recrea y desentraña la riqueza
etérea en esa herencia recibida: “…La herencia
vestida con pardos adobes, donde se recreó
la vida, en siglos de esperanza, mezcla de barro
y paja, pardo y gris, azul y violeta, luz y sombra,
Castilla eterna, siempre Castilla…”.
Miguel Ángel Velasco nos describe esta maravillosa
tierra de Castilla, donde el color, pardo y
monótono en muchos casos, es sólo su ropaje
exterior, pero su alma se asoma, a veces, en forma
de escritos, pergaminos, cartas que no se enviaron,
prensa no siempre leída, eterna historia que
sigue fluyendo en nuestra tierra, de la que el autor
piensa que “su alma es tan profunda y grande
que debería escribirse con pinceles”